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La Presidencia de CONFER felicita la Navidad a la Vida Religiosa

El Presidente de CONFER, Luis Ángel de las Heras, y la Vicepresidenta, Mª Rosario Ríos, han enviado una felicitación de Navidad a todos los religiosos y religiosas.

Según sus propias palabras, “El Señor nos asegura que sus promesas son y serán realidad. Tenemos la oportunidad de vivir el sueño de Dios como si se hubiera realizado, porque ya se está realizando”

“Que en esta primera Navidad del Año de la Vida Consagrada transmitamos esas palabras y obras de vida que necesitan y anhelan los hombres y mujeres de nuestro tiempo, redimidos por la paciencia de Dios. En esta podemos gozarnos para vivir como consagrados y consagradas de esperanza y abrazar así el futuro que Dios nos ofrezca con su infinito amor.”

Este mensaje de felicitación a continuación lo reproducimos íntegro.

ESPERAMOS CON PACIENCIA

«El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres» (Benedicto XVI)

Madrid, 23 de diciembre de 2014

Queridas hermanas, queridos hermanos:

A punto de celebrar el Nacimiento de Jesús hay quienes se preguntan: ¿Queda mucho para la venida definitiva del Salvador? ¿Y mientras tanto? ¿No tarda demasiado? Respondiendo a esta queja desesperanzada, la segunda carta de Pedro nos recuerda que no hemos de vivir como personas sin esperanza. Más aún, Dios tiene paciencia con nosotros porque quiere que seamos salvados los más posibles (Cf. 2 Pe 3,8-9). Igualmente la carta de Santiago afirma: «Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor» (Sant 5,7). La paciencia va dando buena forma a la esperanza. En ella los sufrimientos y desazones de este mundo se funden con la espera. Aunque se llegue a extremos humanamente descorazonadores, la paciencia alienta y eleva la esperanza.  

En la espera paciente y activa de caminantes hacia otras orillas, nos sentimos impelidos a salir de nosotros y ponernos en el lugar de muchos otros. ¿Qué paciencia tienen que tener los encarcelados, los que no pueden subsistir, los que sucumben al mal, los que padecen la soledad, los deprimidos, los que están sordos por el ruido de las guerras o doloridos por los golpes de la violencia? Intentemos ponernos en el lugar de los inmigrantes, de los que trabajan en su favor, también de los que se ven amenazados por ellos. ¿Qué paciencia tienen los enfermos, sus cuidadores, los adictos y quienes conviven con ellos? ¿Cómo viven quienes han perdido un ser querido y la ausencia les destroza la vida? ¿Qué paciencia percibimos en cada persona y en cada situación? Nosotros, consagrados y consagradas, estamos llamados a vivir y contagiar paciencia en cualquier circunstancia, de modo que todos ellos alcancen la verdadera esperanza.  

Sabemos que nos redime el amor, que es Dios mismo. Afirma Benedicto XVI: «¡Cuántas veces desearíamos que Dios se mostrara más fuerte! Que actuara duramente, derrotara el mal y creara un mundo mejor. Todas las ideologías del poder se justifican así, justifican la destrucción de lo que se opondría al progreso y a la liberación de la humanidad. Nosotros sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, todos necesitamos su paciencia».  

El Señor nos asegura que sus promesas son y serán realidad. Tenemos la oportunidad de vivir el sueño de Dios como si se hubiera realizado, porque ya se está realizando.

Como ecos de la Palabra hecha carne, descubrimos otras palabras que pasan a los hechos, que se transforman en obras. Signos de esperanza que confirman la paciencia de Dios y premian y sustentan la nuestra. Señales como el entendimiento que favorece y propicia el papa Francisco entre quienes viven enfrentados, separados o son enemigos declarados.

Dejémonos alcanzar por Él, que con su encarnación nos ha tocado y que la luz de su amor se encienda cuando le notemos en el corazón (cf. Lumen Fidei, 31). Esperando nosotros con paciencia, Él nos invita a dejarnos tocar por quienes están en otras orillas cuando, como testigos de la alegría, pacientes y esperanzados, llevamos la luz de su amor encarnado.

Que en esta primera Navidad del Año de la Vida Consagrada transmitamos esas palabras y obras de vida que necesitan y anhelan los hombres y mujeres de nuestro tiempo, redimidos por la paciencia de Dios. En esta podemos gozarnos para vivir como consagrados y consagradas de esperanza y abrazar así el futuro que Dios nos ofrezca con su infinito amor.

Luis Ángel de las Heras, cmf, Presidente

Mª Rosario Ríos, odn, Vicepresidenta 

Fuente: Ivicon